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¿Cómo no amarlo, Señor?, si es el mejor pecado
y soy en su marea sirena pecadora,
provocante me brinda su boca seductora
rodeando mi cintura en vaivén alocado.
¿Cómo no amarlo, Señor?, su amar es abnegado
y brota de sus labios su voz cautivadora,
cubriendo mis espacios en forma arrolladora
de humedad en sus besos a un cuerpo codiciado.
¿Cómo no amarlo, Señor?, si amar no es cobardía,
acariciar sus manos es placer, energía,
amanecer de aromas y luces de erotismo.
¿Como no amarlo, Señor?, si amando renacía
en reflejos de espejos con luces y armonía
en la noche embrujada y absorto de si mismo...
Stefania Ceruti
15/06/2010